Lugares Abandonados: "El Colegio de los Alemanes" de Saldaña (Palencia)

Los que conocéis esta web conocéis mi predilección por los posts dedicados a los lugares abandonados, pero el artículo que ahora mismo comienzo es muy especial para mí ya que está dedicado al Colegio Seminario San Francisco Javier de los Misioneros Combonianos de Saldaña (Palencia), llamado popularmente “El Colegio de los Alemanes”. Allí estudié, pero también viví durante tres años de mi vida de los que conservo numerosos recuerdos. Desde antes de cerrar sus puertas, hace unos 20 años, no había vuelto a pasar por allí. La magia de Facebook hizo que me volviera a reencontrar con él gracias al grupo “Saldaña Misioneros Combonianos” en el que antiguos alumnos habían colgado numerosas fotografías, retazos de recuerdos que se mezclan con los sentimientos y la nostalgia del presente. Uno de ellos del cuál me había hecho “amigo de Facebook” había subido en el apartado de sus fotos una imagen que me llamó poderosamente la atención en la que aparecía uno de los módulos del colegio en el que se advertía un claro estado de deterioro, lo que me impulsó a llegar hasta allí cuando las circunstancias me lo permitieron. Aquel lugar antes repleto de vitalidad juvenil y poblado por voces y gritos propios de los niños, hoy descansa silencioso, solitario y abandonado.

 – Un poco de historia:

El Seminario de San Francisco Javier de los Misioneros Combonianos era un extenso complejo formado por cuatro pabellones que se asemejaba más a un pueblo a las afueras de otro (Saldaña) que a un simple colegio, pues disponía de numerosas instalaciones deportivas al aire libre, gimnasio, salas de estudio, de juego, de vídeo, teatro, capilla… Como su nombre indica, el colegio fue fundado por Alemanes con la intención de alentar nuevas vocaciones misioneras. El primer módulo se construyó en un tiempo record, ya que se colocó la primera piedra el 6 de junio de 1960 y en poco más de 4 meses (el 25 de Octubre) abría sus puertas.

Pinche para ver con más detalle las fotografías.

Años después quedaría bajo la gestión de misioneros españoles, algunos de ellos, antiguos estudiantes del propio colegio. Mi estancia perteneció a esta segunda época.

– Los Exteriores:

Aspecto general del seminario en el pasado.

Aspecto general del seminario actualmente donde se observa el claro estado de deterioro general. Fotos 1, 2 y 4 por Pelayo Merino.

Las ventanas destartaladas. Fotos 1 y 2 por Pelayo M.

Paseo Cubierto que comunicaba los diferentes pabellones. Seminaristas saliendo de la Capilla.

Vista del paseo hoy en día. Fotos 1 y 2 por P.Merino.

Los jardines estaban cuidados con esmero. Llama la atención este estanque donde antaño flotaban bellos nenúfares.

Estado actual del estanque. Al fondo se observa la capilla.

Además, existía una laguna artificial que cuando helaba la podíamos traspasar andando, aunque más de una vez metiéramos “la zanca” en sus gélidas aguas. Cuando fui a verla no existía sino una ligera concavidad en el terreno cubierto de hojarasca que indicaba su antigua localización a las personas que sabíamos de su existencia.

En el colegio se practicaba mucho el deporte, especialmente el fútbol que nos dio victorias en numerosos campeonatos provinciales de escuelas. Cada día había partido de torneos que organizaban los formadores.

El polideportivo es uno de los lugares del colegio que más impacta. Semioculto entre hierba y hojarasca descansa de la algarabía estudiantil de antaño. Imagen de la canasta por Pelayo Merino.

“La puerta de las fotos”. En las imágenes en blanco y negro aparecen las promociones del 64/65 y 65/66. Este era el lugar donde aparecen todas, o al menos muchas de las promociones que pasaron por este seminario.

– Espacios interiores:

La zapatería. Se entraba directamente desde el polideportivo. Todavía quedan en la pared las cicatrices de las estanterías que sustentaban el calzado deportivo o de domingo. ¡La que organizábamos cuando tocaba limpiarla! Levantábamos tanto polvo que casi no se veía a través de unos metros.

Sala de marquetería donde practicábamos con el ocumen y la serreta.

Los fregaderos que daban a las duchas y donde lavábamos los pinceles.

¡A ponerse el bañador que hay que ducharse!

Así nos aseábamos los más peques. Los mayores tenían duchas individuales.

La sala de manualidades donde se trabajaban variadas técnicas como el incrustado.

La lavandería. La segunda imagen por P.M

Salida desde la lavandería obstruida por el ramaje.

Aulas de estudio en diferentes años. En la última aparezco con un amigo. A la derecha se mostraba el horario del ¿lunes?: “Lengua, Inglés (Examen), Matemáticas, Sociales, Dibujo y Naturales”. En las salas de estudio los alumnos de EGB recibíamos clase, además de estudiar en las horas asignadas por los formadores. Se hacía en total silencio. Además de misioneros también había profesores seglares como D. Vitorino, D. Bautista, D. José Miguel, D. Marcos, D. Antonio y D. Tomás.

Imagen por P.M.

Los restos de lo que fue una de las aulas que conserva su estrado en el que más de una vez tuve que hincar las rodillas durante un rato debido a alguna travesura típica de la infancia. A todos, a unos más y a otros menos, nos tocaba de vez en cuando algún que otro castigo, especialmente las “copias”. La enseñanza se me antoja adelantada a la época de antaño ya que, además de las asignaturas “fuertes”, se daba importancia al inglés, a la gimnasia  y a la música, en cuyas clases escolares se llegó incluso a dar acompañamiento con guitarra. Recuerdo el respeto que existía hacia los formadores y educadores.

La Sala de juegos donde disponíamos de diferentes juegos entre los que destacaban una mesa de Ping Pong y Futbolín.

El servicio, como todo el seminario se halla en un estado lamentable y vandalizado.

El pasillo hacia los dormitorios. Fotografía por Pelayo M.

Haciendo la cama. Todos teníamos una tarea semanal asignada mediante una rueda de tareas. Alguna de ellas era la limpieza de los dormitorios, zapatería y otros espacios, secar cubiertos, poner la mesa…

Vista actual de los dormitorios. Algún año me tocó dormir en frente de la terraza que no cerraba del todo bien y en las noches invernales saldañesas se colaba un helador frío que me obligaba a superponer ropa extra durante la noche. Primera foto por Pelayo M.

Los lavabos. Nada más sonaba la música nos levantábamos y nos dirigíamos a asearnos antes de asistir a la oración matutina.

Un fragmento de los espejos y el cristal de arriba es todo lo que queda.

Los ventanales ente los pisos del pabellón de la EGB.

Duchas individuales que daban al gimnasio.

Representación de teatro en los años 80. El gimnasio disponía de un escenario donde se hacían representaciones teatrales y musicales.

Vista del gimnasio y el escenario devastados a causa de los actos vandálicos.

Sala de vídeo, televisión, proyección y conferencias. Separada del gimnasio por un biombo, era el lugar donde se exponían las películas de vídeo del momento, si mal no recuerdo,  la noche de los viernes y sábados. Disponíamos de un kiosko para acompañar el visionado con apetitosas golosinas. Además la sala contaba con una cabina desde donde se podían proyectar filmaciones.

Parte de los asientos han sido arrancados. Desde esta perspectiva se observa la caseta de proyección.

Desde esta otra se contemplan los tres espacios: La sala de vídeo (televisión, conferencias, proyecciones…) el gimnasio y al fondo el escenario.

El gimnasio y la sala de vídeo desde el escenario. En primer plano se puede observar el hueco en el escenario para el “chivato”.

La capilla pasó por diversas remodelaciones. Si mi memoria no me engaña, asistíamos a ella los domingos por la mañana para la misa y para ensayar los cantos y los miércoles por la tarde para la oración. Las recuerdo cercanas y participativas. La música y los cantos tenían un papel relevante.

Hoy solo perdura el altar entre escombros, techos descascarillados y ventanas desnudas.

Imagen de uno de sus ventanales.

La sacristía.

Acceso a la capilla y al comedor. En estas escaleras se repartía el almuerzo y la merienda.

El comedor. En la segunda fotografía aparezco con el jersey blanco y mirando al objetivo, pero sin perder mucho tiempo en dar bocado. Nos proveían de cinco comidas diarias: Desayuno, almuerzo durante el recreo, comida, merienda y cena. En general no estaba mal, mas habíamos puesto nuestros propios nombres a algunos de aquellos platos como la “tortilla de trapo”, que, por cierto, a mí me gustaba. Tan solo había uno que realmente detestaba, que eran unas costillas que ponían los martes, eso sí, había que comerlas, así que echaba mostaza para disimular su sabor.

Estado actual del comedor.

Acceso a la cocina desde el comedor. Foto por Pelayo M.

Primera parte de la cocina donde estaban ubicados los fregaderos y un gran lavavajillas.

Puerta a la segunda parte de la cocina.

Las cocina y las cocineras antaño que fueron cambiando con el paso del tiempo.

Hasta aquí llegó el manto del otoño a través de las ventanas sin cristales.

Y estas son otras estancias que no sabría definir muy bien porque están ubicados en pabellones donde no llegué a hacer vida:

Las cinco últimas fotografías por Pelayo M.

Ha sido una larga mañana de diciembre cargada de emociones, pero hay volver al presente.

El último número de “Horizontes FJ”, la revista del colegio con un bello juego de palabras: “GRACIAS ADIOS”.

Para despedir este post, me gustaría repetir un fragmento de las palabras de la Editorial de este último número:

Pero este ADIOS no significa un olvido de la historia de este seminario, de las personas que por aquí han pasado. De lo positivo y lo negativo, de las alegrías y las penas, las ilusiones y los desánimos…todo hace parte de nuestra historia. Ojalá que esta historia contribuya para que todos colaboremos un poco para hacer de nuestro mundo un mundo más justo, más humano“.

Fuentes de algunas de las fotografías e información:

– Libro “25 Años de Presencia” MISIONEROS COMBONIANOS SALDAÑA (Palencia).

– DVD  “50 años del colegio de Los Alemanes”.

– Grupo de Facebook “Saldaña Misioneros Combonianos“.

Exposición fotográfica: 50 años del Instituto Condes de Saldaña.

– Gracias Miguel y Pelayo por vuestra generosidad y por vuestra paciencia aquel día.

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